Alma racional de platon

Alma racional de platon

Ejemplo de alma racional de plato

La teoría del alma de Platón, que se inspiró en las enseñanzas de Sócrates, consideraba que la psique (ψυχή) era la esencia de una persona, siendo aquello que decide el comportamiento de las personas. Platón consideraba que esta esencia era un ocupante incorpóreo y eterno del ser de una persona. Platón decía que incluso después de la muerte, el alma existe y es capaz de pensar. Creía que, a medida que los cuerpos mueren, el alma renace continuamente (metempsicosis) en cuerpos posteriores. Platón dividió el alma en tres partes: el logistikon (razón), el thymoeides (espíritu) y el epithymetikon (apetito).

Platón fue la primera persona en la historia de la filosofía que creyó que el alma era tanto la fuente de la vida como de la mente[1] En los diálogos de Platón, encontramos que el alma desempeña muchos papeles dispares. Entre otras cosas, Platón cree que el alma es lo que da vida al cuerpo (lo que se articula sobre todo en las Leyes y el Fedro) en términos de automovimiento: estar vivo es ser capaz de moverse a sí mismo; el alma es un automovimiento. También piensa que el alma es la portadora de las propiedades morales (es decir, cuando soy virtuoso, es mi alma la que es virtuosa en contraposición a, por ejemplo, mi cuerpo). El alma es también la mente: es lo que piensa en nosotros.

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Alma racional, Aristóteles

La teoría tripartita del alma de Platón tiene aplicaciones en los campos de la filosofía política y la psicología. Conozca y comprenda la definición de cada una de las partes -el logistikon, el thymoeides y el epithymetikon- contenidas en “La República”.

Lectura de PlatónUno de los filósofos clásicos más famosos, Platón expuso ideas que constituyen el fundamento de la psicología, la política y muchas cuestiones filosóficas importantes. Entre sus obras más famosas se encuentra La República. Esta obra aborda el concepto de la formación ideal de la ciudad, y Platón establece muchos paralelismos importantes entre el alma humana y el significado de las estructuras políticas. En La República, Platón define su idea de que existe un alma tripartita. En otras palabras, el alma de cada persona está dividida en tres partes diferentes, y estas partes están simplemente en diferente equilibrio de una persona a otra. Platón define las tres partes del alma como la parte lógica, la parte anímica y la parte apetitiva. Esta lección te ayudará a entender lo que implica cada una de estas partes.

Ejemplo de alma racional

El auriga, por ser el que lleva las riendas, tiene el deber, el derecho y la función de guiar y controlar a los caballos. Del mismo modo, la parte racional del alma tiene el derecho de gobernar las partes espirituales y apetitivas. El auriga no puede llegar a ninguna parte sin los dos caballos, y por esta razón estos tres están vinculados entre sí y deben trabajar juntos para alcanzar sus objetivos. La parte racional del alma tiene este mismo tipo de relación con sus otras partes, pues las potencias del apetito y del espíritu son indispensables para la vida misma. La razón trabaja con y sobre el espíritu y el apetito, y estos dos también mueven y afectan a la razón. Pero la relación de la razón con el espíritu y el apetito está determinada por lo que la razón es: una facultad de búsqueda de objetivos y de medición. Las pasiones también se dedican a la búsqueda de objetivos, ya que buscan constantemente el objetivo del placer. El placer es una meta legítima de la vida, pero las pasiones, al ser simples impulsos hacia las cosas que dan placer, son incapaces de distinguir entre los objetos que proporcionan un placer mayor o más duradero y los que sólo parecen proporcionar estos placeres.

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“El Fedón proyecta una larga sombra” (1). Estas son las palabras iniciales del libro de Chad Jorgenson, que lleva un nombre muy apropiado, y su propósito continuo y notablemente único es delimitar o disipar esa sombra, principalmente contrastando “la rígida oposición entre cuerpo y alma” en el Fedón (9) con lo que Jorgenson descubre en el Timeo y el Filebo (3). Como indica su título, centrado en el “pensamiento posterior de Platón”, Jorgenson -a diferencia de muchos otros estudiosos anglófonos de Platón de su generación- adopta sin disculparse ni profesar indiferencia un enfoque cronológico para interpretar los diálogos de Platón. Asume sin argumentos que el personaje del Timeo habla por el propio Platón (56) por muy “caprichosas” que sean sus opiniones (195) y que el inolvidable Sócrates poético del Fedón es un portavoz menos fiable de las opiniones de Platón que el Sócrates sin humor que encontramos en el Filebo. Es sobre la fuerza de estas concepciones incuestionables que Jorgenson pretende disipar la sombra de lo que él llama “neoplatonismo residual” y, por tanto, la “estrategia de los medio y neoplatónicos de leer la ética de Platón en términos de aislamiento y separación del alma racional del cuerpo” (2).

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