
Creencias matrices y existenciales
Terapia profunda para la crisis existencial y la desesperación – No dogmática
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“Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no hay vuelta atrás. Si tomas la píldora azul, la historia termina, te despiertas en tu cama y crees lo que quieras. Si tomas la píldora roja, te quedas en el País de las Maravillas y te enseño hasta dónde llega la madriguera”. -Morpheus, The Matrix
Qué año, ¿eh? Migraciones masivas. Resentimientos crecientes. Disminución de la confianza. Atrocidades -globalmente, y localmente, desde los cazas rusos que acribillan a miles de civiles sirios, una cuarta parte de ellos niños, hasta la fuerza excesiva y otras desigualdades raciales en las calles de nuestros Estados Unidos. Hemos sido testigos no sólo de la renuncia a los hechos, sino de la desestimación total de la racionalidad; no sólo del cinismo sobre el civismo, sino del rechazo a la diplomacia. Los cambios son sísmicos. Para los que abrazamos la empatía y estimamos el buen juicio, ¿cómo vamos a vivir? Uno puede verse tentado a entrar en pánico o incluso en desesperación. Son tiempos difíciles, pero también una oportunidad para el autoexamen. ¿Qué significa vivir con sentido y autenticidad en una época como ésta?
El final de Matrix explicado: Una guía para liberar tu mente
The Matrix plantea varios problemas filosóficos conocidos de formas tan nuevas que los estudiantes de todo el país se lo están asignando a sus profesores de filosofía. Al hacerlo, nos han ofrecido una gran oportunidad para ilustrar algunas de las ideas básicas de la fenomenología existencial. Matrix podría parecer que renueva la preocupación de Descartes de que, dado que todo lo que experimentamos son nuestros propios estados mentales internos, podríamos, por lo que sabemos, estar viviendo en una ilusión creada por un demonio malicioso. En ese caso, la mayoría de nuestras creencias sobre la realidad serían falsas. Pero hay una forma de entender Matrix que niega la mediación de los estados mentales y muestra que los que viven en Matrix están en contacto directo con la realidad de Matrix. El mundo de Matrix es público y objetivo, no un sueño subjetivo privado. Sin embargo, es evidente que el mundo de Matrix, aunque no es meramente mental, tampoco es real. Después de todo, hay un demonio -las inteligencias de la IA y su ordenador- que ha engañado en cierto modo a todos los que aceptan la realidad del mundo Matrix. Así, el relato de la película sobre nuestra situación es aún más inquietante que la afirmación de Descartes de que cada uno está confinado en su propia mente. El mundo de Matrix es una vívida ilustración de la premonitoria afirmación adicional de Descartes de que nunca podríamos estar en contacto directo con el mundo real porque todos somos lo que ahora llamaríamos cerebros en cubas.
Nihilismo vs. Existencialismo – Explicaciones y diferencias
En Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999) Keanu Reeves interpreta a un programador informático que lleva una doble vida como hacker llamado “Neo”. Tras recibir mensajes crípticos en el monitor de su ordenador, Neo comienza a buscar al escurridizo Morfeo (Laurence Fishburn), el líder de un grupo de resistencia clandestino, que cree que es el responsable de los mensajes. Finalmente, Neo encuentra a Morfeo y le dice que la realidad es muy diferente de lo que él, y la mayoría de la gente, percibe.
Morfeo le dice a Neo que la existencia humana no es más que una fachada. En realidad, los humanos están siendo “cultivados” como fuente de energía por una raza de máquinas sensibles y malévolas. La gente vive toda su vida en cápsulas, con sus cerebros alimentados con estímulos sensoriales que les dan la ilusión de llevar una vida “normal”. Morfeo explica que, hasta entonces, la “realidad” percibida por Neo es en realidad “un mundo de sueños generado por ordenador… una simulación neural interactiva” llamada Matrix.
Matrix se basa en una cuestión filosófica planteada por el filósofo y matemático francés del siglo XVII René Descartes. Una de las tesis más importantes de Descartes era la autonomía intelectual, o la capacidad de pensar por uno mismo. Para Descartes, esto implica no sólo tener una “buena mente”, sino también “aplicarla bien”.
Existencialismo
En las cuestiones relacionadas con la disciplina de la filosofía, y más aún con la epistemología (la teoría del conocimiento) en particular, a menudo nos encontramos con que tenemos que luchar con ciertas creencias, afirmaciones y escenarios que podrían afectar a cómo conocemos realmente las cosas o si sabemos algo en absoluto. Por ejemplo, el filósofo francés René Descartes (1596-1650), en sus Meditaciones sobre la filosofía primera (1641), escribió una vez
¿Pero qué pasa cuando considero algo muy simple y sencillo en el ámbito de la aritmética o la geometría, por ejemplo que 2 más 3 son 5, y cosas por el estilo? ¿No las intuía al menos con la suficiente claridad como para afirmarlas como verdaderas? Ciertamente, más tarde decidí que debía dudar de estas cosas, pero eso fue sólo porque se me ocurrió que algún Dios podría haberme dado una naturaleza tal que pudiera ser engañado incluso sobre asuntos que parecían muy evidentes. [1]
¿Cómo podemos saber si no estamos siendo engañados por algún demonio maligno sobre nuestras creencias más básicas? ¿Que 2 y 3 son 5, o que los triángulos tienen tres lados? Aunque Descartes resolvió este dilema con su cogito (“pienso, luego existo”), seguía manteniendo un nivel de escepticismo metodológico que funcionaba con fines puramente intelectuales; es lo que Gerald Erion llama “una cuestión de heurística”. [2] Sin embargo, una discusión más contemporánea sobre este dilema de las creencias puede encontrarse en Ignorancia (1975) de Peter Unger, donde en lugar de un demonio maligno que nos engaña, es un científico maligno [3]. Como explica Barry Smith,