Un deseo una creencia un comportamiento una reacción

Un deseo una creencia un comportamiento una reacción online

Las partes primitivas y emocionales de nuestro cerebro tienen una poderosa influencia en las decisiones que tomamos. Ahora, los neurocientíficos están trazando un mapa de los sistemas de riesgo y recompensa en el cerebro que impulsan nuestra mejor y peor toma de decisiones.

Cuando tomamos decisiones, no siempre tenemos el control. Podemos ser demasiado impulsivos o demasiado reflexivos para nuestro propio bien; en un momento nos dejamos llevar por nuestras emociones y al siguiente nos paraliza la incertidumbre. Entonces sacamos una decisión brillante de la nada y nos preguntamos cómo lo hemos hecho. Aunque no sepamos cómo se toman las decisiones, los neurocientíficos que estudian nuestros cerebros están empezando a entenderlo. Puede que lo que descubran no sea lo que usted quiere oír, pero merece la pena que lo escuche.

Cuanto más se acercan los científicos, más claro queda que nos parecemos a los animales. Tenemos cerebros de perro, básicamente, con una corteza humana pegada encima, un barniz de civilización. Este córtex es un invento evolutivamente reciente que planifica, delibera y decide. Pero no pasa ni un segundo sin que nuestros antiguos cerebros de perro se pongan en contacto con nuestros modernos córtex para influir en sus decisiones -para bien y para mal- y sin que nos demos cuenta.

Cumplimiento

La ciencia del comportamiento nos dice que identificar las nuevas creencias, los hábitos y los “momentos cumbre” de los consumidores es fundamental para impulsar el cambio de comportamiento. Cinco acciones pueden ayudar a las empresas a influir en el comportamiento de los consumidores a largo plazo:

Según la ciencia del comportamiento, el conjunto de creencias que un consumidor tiene sobre el mundo es un factor clave que influye en su comportamiento. Las creencias son psicológicas, están tan arraigadas que impiden a los consumidores evaluar lógicamente las alternativas y, por tanto, perpetúan los hábitos y las rutinas existentes. Las empresas que intentan motivar un cambio de comportamiento ignorando o desafiando las creencias de los consumidores están luchando una batalla cuesta arriba.

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Otro ejemplo de cambio de creencias tiene que ver con el ejercicio físico en casa. El mercado estadounidense de la gimnasia en línea ha experimentado un crecimiento de aproximadamente el 50% de su base de consumidores desde febrero de 2020; el mercado de las máquinas digitales para hacer ejercicio en casa ha crecido un 20%. Es probable que muchas personas que probaron estas actividades de fitness por primera vez durante la pandemia creyeran que el ejercicio en casa no podía satisfacer sus necesidades de ejercicio. Esa creencia ha cambiado claramente para muchos de estos consumidores: el 55% de los que probaron los programas de fitness online y el 65% de los que probaron las máquinas de ejercicio digitales dicen que seguirán utilizándolas, incluso después de que vuelvan a abrir los gimnasios y centros de fitness. Para reforzar la nueva creencia de que el fitness en línea puede ser motivador y agradable, NordicTrack, en un reciente anuncio de televisión titulado “Face Off”, muestra que los entrenamientos en línea pueden fomentar la misma competencia amistosa y la conexión que la gente busca cuando va al gimnasio o asiste a clases de ejercicio en persona.

Wikipedia

En el campo de la psicología, la disonancia cognitiva es la percepción de información contradictoria. Los elementos de información relevantes incluyen las acciones, los sentimientos, las ideas, las creencias, los valores y las cosas del entorno de una persona. La disonancia cognitiva se experimenta típicamente como estrés psicológico cuando las personas participan en una acción que va en contra de una o más de esas cosas[1]. Según esta teoría, cuando dos acciones o ideas no son psicológicamente consistentes entre sí, las personas hacen todo lo posible para cambiarlas hasta que se vuelvan consistentes[1][2]. El malestar se desencadena cuando la creencia de la persona choca con la nueva información percibida, por lo que el individuo trata de encontrar una manera de resolver la contradicción para reducir su malestar[1][2][3].

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En When Prophecy Fails: A Social and Psychological Study of a Modern Group That Predicted the Destruction of the World (1956) y A Theory of Cognitive Dissonance (1957), Leon Festinger propuso que los seres humanos se esfuerzan por lograr una coherencia psicológica interna para funcionar mentalmente en el mundo real[1]. [1] [2] Tienden a realizar cambios para justificar el comportamiento estresante, ya sea añadiendo nuevas partes a la cognición que causa la disonancia psicológica (racionalización) o evitando las circunstancias y la información contradictoria que pueda aumentar la magnitud de la disonancia cognitiva (sesgo de confirmación)[1] [2] [3].

Identificación

Los seres humanos explican el comportamiento de los demás en términos de conceptos como la CREENCIA y el DESEO. Cuando vemos, por ejemplo, que Sally abrió el armario, deducimos que fue porque creía que había comida dentro y quería comer. Una cuestión importante en el ámbito del desarrollo cognitivo se centra en los orígenes de estos conceptos. ¿Cuándo entienden los niños que otras personas tienen creencias y deseos?

Del mismo modo, podemos preguntarnos cuáles son las implicaciones conductuales asociadas a un concepto de DESEO como el de los adultos. Y de nuevo nos encontramos con el mismo tipo de cuestiones. Un concepto de deseo debería apoyar la capacidad de representar deseos que son contrafácticos (es decir, que entran en conflicto con la realidad), que entran en conflicto con los propios deseos o con los de los demás. Debería permitir la representación de deseos sobre estados de cosas, no sólo sobre objetos, y una comprensión similar a la de los adultos de palabras como querer debería depender de la posesión de este concepto.

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En este trabajo, investigamos el concepto de deseo de los niños pequeños a través de su comprensión de informes de deseo utilizando el verbo querer. Presentamos dos experimentos que prueban si los niños de 3 años pueden comprender oraciones que informan de deseos bajo tres condiciones: (1) deseos contrafactuales que entran en conflicto con la realidad; (2) deseos que entran en conflicto con los deseos de otra persona; y (3) deseos que entran en conflicto con los propios del niño. Demostramos que, incluso con estas pruebas, los niños son capaces de entender los deseos antes de cumplir los cuatro años. Esto sugiere que los niños de tres años tienen una comprensión sólida de los deseos, similar a la de los adultos, que no se ve afectada por conflictos adicionales. El éxito de los niños de tres años con esta diversidad de frases de deseo implica que tienen una comprensión robusta del concepto de deseo, y que pueden representar incluso deseos conflictivos.

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