Espiritualidad dolor en la mano
Hormigueo en los chakras de las manos
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“El dolor es más que una reacción física a un estímulo físico. Es la respuesta del cuerpo a nuestra implicación con un cambio significativo. El cambio puede ser físico -un cáncer galopante o un dedo del pie tropezado-, emocional -una incapacidad para amar o ser amado-, social -una sensación de alejamiento de los amigos- o mental -una incapacidad para comprender lo que está ocurriendo-.
El dolor es la forma en que nuestro cuerpo nos avisa de que se está produciendo un cambio importante. Sabemos que este cambio puede ser a mejor: un nuevo diente, un amigo, una implicación, una idea; o a peor: nuestro último diente, la muerte de un amigo querido o una idea que provoca la destrucción del medio ambiente. El dolor nunca es neutral. Anuncia la llegada de lo bueno y/o lo malo. A veces no es un anuncio declarativo claro, sino una pregunta que nos deja agobiados por la ansiedad de no saber qué está pasando.
Si, por el contrario, nuestro dolor fue atendido mientras se esperaba que siguiéramos con nuestras tareas cotidianas, aceptaremos la mayor parte del dolor ordinario como parte de nuestro estilo de vida. También se sabe que las personas de distintas culturas experimentan el dolor de forma diferente. El dolor, pues, tiene su propio lenguaje. Y, como ocurre con cualquier idioma, difiere en función de quién lo hable y de qué idioma se hable.EL DOLOR COMO SACRAMENTO; EL DOLOR COMO SACRAMENTO
Cómo activar los chakras de las manos
Antecedentes: El dolor crónico es una experiencia compleja y multidimensional. Se ha planteado la hipótesis de que la espiritualidad influye en la experiencia del dolor de diversas maneras. Sin embargo, el papel que desempeña la espiritualidad en la terapia multimodal del dolor sigue siendo controvertido y, hasta la fecha, se carece de datos cuantitativos sobre si los aspectos espirituales deben tenerse en cuenta en el tratamiento del dolor crónico y para qué pacientes. Por lo tanto, el objetivo de este estudio fue investigar la proporción y las características de los pacientes con dolor crónico que desean que los aspectos espirituales se integren en su tratamiento.
Métodos: Se reclutaron 29 pacientes con dolor crónico de cinco departamentos de hospitalización y clínicas ambulatorias de la parte germana de Suiza. Los pacientes rellenaron cuestionarios validados, como la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS), la Escala de Resiliencia (RS-11), las Actitudes Espirituales y Religiosas en el Afrontamiento de la Enfermedad (SpREUK) y la Escala de Bienestar Espiritual de 12 ítems (FACIT-Sp-12).
Resultados: Más del 60% (IC95%: 55,5-67,9%) de los pacientes querían abordar aspectos espirituales en su tratamiento. Estos pacientes eran significativamente más jóvenes, tenían niveles de educación más altos y sufrían un dolor más frecuente y más severo que los pacientes que no deseaban abordar aspectos espirituales. Además, existían altas correlaciones con los recursos espirituales existentes y las puntuaciones más altas de espiritualidad.
Chakras de la mano
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La derivación espiritual describe una tendencia a utilizar explicaciones espirituales para evitar cuestiones psicológicas complejas. El término fue acuñado por primera vez a principios de la década de 1980 por un psicoterapeuta transpersonal llamado John Welwood en su libro Toward a Psychology of Awakening. Según Welwood, la derivación espiritual puede definirse como una “tendencia a utilizar ideas y prácticas espirituales para eludir o evitar enfrentarse a cuestiones emocionales no resueltas, heridas psicológicas y tareas de desarrollo inacabadas”.
Como terapeuta y maestro budista, Welwood empezó a notar que la gente (incluido él mismo) a menudo esgrimía la espiritualidad como un escudo o tipo de mecanismo de defensa. En lugar de trabajar las emociones duras o enfrentarse a los problemas no resueltos, la gente se limitaba a descartarlos con explicaciones espirituales.
Síntomas de activación del chakra de la mano
Sin embargo, cualquier dolor es una experiencia subjetiva y no puede considerarse una entidad estandarizada y fácil de definir, a pesar de los esfuerzos por definirlo, medirlo o describirlo, como ocurre con el Cuestionario del Dolor de McGill-Melzack, en el que los pacientes pueden elegir entre más de 70 descriptores del dolor físico, como por ejemplo, dolor, ardor, aplastamiento, sordo, radiante, penetrante, agudo, punzante, etc. (Morris 1993:17).
También existen superposiciones culturales sobre cómo expresar el dolor, a quién y cuándo. El dolor “físico” asociado a determinadas zonas del cuerpo puede ser una forma culturalmente aceptada de expresar el estrés que todos reconocen y abordan sin tener que enfrentarse directamente a cuestiones sociales difíciles.
Es de esperar que el dolor “espiritual” sea igual de esquivo y difícil de cuantificar, aunque los investigadores están intentando hacerlo (Mako et al 2006). El dolor espiritual se describe en NANDA (1994:49) como la “alteración del principio que impregna todo el ser de una persona y que integra y trasciende su naturaleza biológica y psicosocial”.