Observaciones sobre los ejercicios espirituales ignacianos

4 pilares de la espiritualidad ignaciana

Se suele decir: “Lo creeré cuando lo vea”. Pero Ignacio de Loyola invierte el dicho: “Cuando lo crea, lo veré”. Observó que nuestra visión controla en gran medida nuestra percepción. Si pensamos que el mundo es un lugar sombrío, lleno de gente malvada, codiciosa y egoísta que no tiene amor por Dios ni por los demás, eso es lo que veremos cuando miremos a nuestro alrededor. Si pensamos que nuestro mundo está lleno de bondad y oportunidades, un lugar que Dios ha creado, sostiene y ama, eso es lo que encontraremos. Ignacio pensaba que la visión correcta está en el corazón de nuestra relación con Dios.

La visión ignaciana está contenida en los Ejercicios Espirituales, el libro que Ignacio de Loyola reunió para ayudar a las personas a entrar en una relación más íntima con Dios. La espiritualidad ignaciana fluye de los Ejercicios Espirituales. La esencia de la visión ignaciana está contenida en una reflexión al principio de los Ejercicios llamada Principio y Fundamento.

Como resultado, mostramos reverencia por todos los dones de la creación y colaboramos con Dios en su uso, de modo que siendo buenos administradores nos desarrollamos como personas amorosas en nuestro cuidado del mundo de Dios y su desarrollo. Pero si abusamos de alguno de estos dones de la creación o, por el contrario, los tomamos como el centro de nuestra vida, rompemos nuestra relación con Dios e impedimos nuestro crecimiento como personas amorosas.

Lista de ejercicios espirituales

La espiritualidad es la lente a través de la cual se ve el mundo y se toman decisiones. La espiritualidad de una persona se forma reflexionando sobre las experiencias de la vida e integrándolas con su sistema de creencias. La espiritualidad cristiana integra las Escrituras y la tradición de la Iglesia en su visión del mundo.

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A lo largo de los siglos, muchos hombres y mujeres destacados de la fe han elegido seguir a Cristo por su atracción hacia él. Una de estas personas fue Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la Compañía de Jesús. En 1522-23, se detuvo durante un año en Manresa, España, de camino a Tierra Santa. Ignacio recuerda en su autobiografía que fue durante ese año cuando Dios le enseñó como se enseña a un pequeño escolar. Como cualquier buen estudiante, Ignacio tomaba notas sobre las ideas que Dios le daba para poder ayudar a otros a crecer en la unión con Dios. Estas notas fueron recopiladas en lo que se conoce como los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

El libro de los Ejercicios Espirituales contiene una serie de reflexiones y meditaciones que deben ser utilizadas por un director de retiros para ayudar a alguien a hacer un retiro espiritual. Cuando una persona comienza un retiro basado en los Ejercicios Espirituales, se le invita a rezar sobre lo que se llama el Primer Principio y Fundamento. Se trata de un párrafo, escrito por Ignacio, que presenta una visión de la vida que resume quiénes somos, a dónde vamos y cómo llegar. Afirma que las mujeres y los hombres son creados por Dios y están destinados a compartir la vida con él para siempre. Para alcanzar esta meta, Ignacio sugiere una hoja de ruta. Toda la realidad creada puede llevar a la persona a conocer a Dios. En consecuencia, es un privilegio y una responsabilidad hacer elecciones para usar o abstenerse de usar las cosas creadas para ayudarnos hacia nuestro fin. Finalmente, la motivación detrás de cualquier elección debe ser que la persona quiera y elija lo que más directamente le lleve a Dios. La espiritualidad ignaciana se caracteriza por una visión de la vida.

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Libro de ejercicios espirituales

Una fe que hace justicia se basa en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola[1] (Ejercicios) para discernir la voluntad de Dios y vivir la fe en acción en favor de todo el pueblo de Dios. Cuando se adaptan adecuadamente, ofrecen un camino para que todas las personas de buena voluntad hagan lo mismo.

Después de la Cuarta Semana, Ignacio termina los Ejercicios con la Contemplación para alcanzar el amor, una reflexión orante sobre el amor mutuo entre Dios y la humanidad que se expresa en la unión y la alegría[2] Pedimos la gracia de este amor[3] al rezar después de cada uno de los cuatro puntos de este ejercicio[4] En última instancia, la Contemplación nos desafía a historizar el amor de Dios en este mundo encontrando a Dios en todas las cosas[5], pues es el amor de Dios el que mueve a toda la creación a su fin último de unión con Dios.

“Ignacio llegó al punto de amar al mundo porque amaba a Dios, y porque el mundo no existiría sin Dios. También amó al mundo en proporción a su contemplación de Dios en él; y se sirvió de él para “servir a la divina Majestad en todas las cosas”, y para alabar y proclamar la grandeza del Señor que condesciende a vivir en él sin cesar, de manera múltiple, diversa y adaptada…

Ejercicios espirituales contemplación

Los Ejercicios Espirituales surgieron de la experiencia personal de Ignacio de Loyola como hombre que buscaba crecer en unión con Dios y discernir la voluntad de Dios.  Llevaba un diario a medida que iba adquiriendo conocimientos espirituales y profundizando en su experiencia espiritual.  Añadía a estas notas a medida que dirigía a otras personas y descubría lo que “funcionaba”. Con el tiempo, Ignacio reunió estas oraciones, meditaciones, reflexiones e indicaciones en un marco cuidadosamente diseñado de un retiro, al que llamó “ejercicios espirituales”.

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Ignacio escribió que los Ejercicios: “tienen por objeto la conquista de sí mismo y la regulación de la propia vida de modo que ninguna decisión se tome bajo la influencia de ningún apego desmedido”. Quería que los individuos emprendieran estos ejercicios con la asistencia de un director espiritual experimentado que les ayudara a dar forma al retiro y a comprender lo que estaban experimentando.  El libro de Ejercicios Espirituales es un manual que debe utilizar el director, no la persona que hace el retiro.

La primera semana. La primera semana de los Ejercicios es un tiempo de reflexión sobre nuestra vida a la luz del amor ilimitado de Dios por nosotros.  Vemos que nuestra respuesta al amor de Dios ha sido obstaculizada por patrones de pecado.  Nos enfrentamos a estos pecados sabiendo que Dios quiere liberarnos de todo lo que se interpone en nuestra respuesta de amor a él. La primera semana termina con una meditación sobre la llamada de Cristo a seguirle.

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