El dolor esta en la mente

El dolor esta en la mente

¿Pensar en el dolor lo empeora?

Los fármacos son muy buenos para eliminar el dolor, pero a menudo tienen efectos secundarios desagradables, e incluso graves, cuando se utilizan durante mucho tiempo. Si tienes dolor de espalda, fibromialgia, artritis u otro dolor crónico que interfiere en tu vida diaria, puede que estés buscando una forma de aliviar el malestar que no implique medicamentos. Algunas técnicas ancestrales -como la meditación y el yoga-, así como las variaciones más recientes, pueden ayudar a reducir la necesidad de medicación para el dolor.

Las investigaciones sugieren que, dado que el dolor implica tanto a la mente como al cuerpo, las terapias mente-cuerpo pueden tener la capacidad de aliviar el dolor al cambiar la forma en que lo percibes. La forma de sentir el dolor está influida por la composición genética, las emociones, la personalidad y el estilo de vida. También influye la experiencia pasada. Si has sufrido dolor durante un tiempo, es posible que tu cerebro se haya reconfigurado para percibir las señales de dolor incluso cuando éstas ya no se envían.

1. La respiración profunda. Es la base de todas las técnicas, así que la respiración profunda es la primera que debes aprender. Inhala profundamente, aguanta unos segundos y exhala. Para ayudarte a concentrarte, puedes utilizar una palabra o frase que te guíe. Por ejemplo, puedes inspirar “paz” y espirar “tensión”. También hay varias aplicaciones para teléfonos inteligentes y tabletas que utilizan sonidos e imágenes para ayudarte a mantener el ritmo de la respiración.

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Cómo no sentir dolor

Rich Harrison no trabaja, asesora, posee acciones ni recibe financiación de ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y no ha revelado ninguna afiliación relevante más allá de su nombramiento académico.

La gente suele utilizar la frase “la mente sobre la materia” para describir situaciones en las que los dolores del cuerpo se anulan utilizando la mente. Un jardinero llega de trabajar en el jardín y se sorprende al descubrir un feo corte en la mano, algo de lo que no era consciente mientras estaba concentrado en sus plantas. O un soldado en Afganistán es herido por una bala, pero apenas siente dolor hasta que está a salvo en la enfermería. Si el dolor estuviera directa y totalmente vinculado a las lesiones corporales, estos ejemplos serían imposibles. Un corte siempre provocaría un dolor leve, mientras que una herida de bala causaría inmediatamente un dolor intenso. Pero no siempre es así.

Los científicos del dolor tienen cuidado de distinguir entre un estímulo nocivo (nocivo) y el dolor. En el caso del soldado, su estímulo (una herida de bala) es nocivo pero no doloroso. Las investigaciones han demostrado que el cerebro tiene la capacidad de atenuar la intensidad de un estímulo nocivo. Este proceso se conoce como “modulación del dolor” y es la forma en que nuestro cuerpo nos permite poner la mente por encima de la materia en algunas situaciones.

Cómo detener el dolor

Esta definición tiene en cuenta la naturaleza multidimensional del dolor. Reconoce que el dolor es una experiencia sensorial real, pero que también tiene un componente emocional y que el dolor puede estar causado por un daño potencial o real en los tejidos.

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Tradicionalmente, la gente piensa que el dolor se debe a una lesión o a un daño y que es una advertencia para ser muy precavido y evitar más lesiones y, por tanto, más dolor. Pero en realidad, debido a los cambios en el sistema nervioso, la sensación de dolor puede durar mucho más que la lesión real del tejido y persistir incluso después de que la lesión se haya curado.

Hay tres dimensiones del dolor. La sensorial (la sensación real de dolor, su naturaleza y localización), la cognitiva (lo que pensamos sobre el dolor y cómo interpretamos su significado y contexto) y la afectiva (cómo nos comportamos en reacción a él).

Los pensamientos y emociones de las personas (cogniciones) pueden afectar directamente a la curación de un tejido lesionado (Cole-King y Harding 2001). Esto puede deberse a los cambios de comportamiento de las personas o incluso sólo por la forma en que ven su problema.

Por qué existe el dolor emocional

Pero cuando el dolor se vuelve crónico, esas señales de peligro no dejan de sonar. Las personas no nacen preparadas para gestionar ese tipo de angustia diaria, lo que convierte a los opiáceos en una opción atractiva, y a menudo necesaria. Pero las investigaciones de la psicóloga Beth Darnall sugieren que podemos aprender a amortiguar estas alarmas por nosotros mismos mediante la terapia cognitivo-conductual (TCC).

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El dolor es una experiencia tanto sensorial como emocional, dice Darnall, profesora de anestesiología, medicina perioperatoria y del dolor en la Universidad de Stanford. Se ha demostrado que las respuestas cognitivas persistentes y negativas al dolor real y anticipado amplifican directamente el procesamiento del dolor en el cerebro, explica, y pueden hacer que el sistema nervioso se vuelva más sensible al dolor con el tiempo.

Pero la TCC, un tratamiento establecido para la ansiedad y la depresión con una sólida base de pruebas, también puede emplearse para ayudar a los pacientes a frenar la tendencia natural del cerebro a centrarse en el dolor. Esta tendencia, unida a un sentimiento de impotencia, puede cultivar patrones neuronales que exacerban las experiencias de dolor, un fenómeno conocido como “catastrofización del dolor.”

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