La mente de un drogadicto

Cómo afecta la adicción al cerebro

Durante gran parte del siglo pasado, los científicos que estudian las drogas y su consumo trabajaron a la sombra de poderosos mitos y conceptos erróneos sobre la naturaleza de la adicción. Cuando los científicos comenzaron a estudiar el comportamiento adictivo en la década de 1930, se pensaba que las personas adictas a las drogas eran moralmente defectuosas y carentes de fuerza de voluntad. Esas opiniones conformaron las respuestas de la sociedad al consumo de drogas, tratándolo como un defecto moral más que como un problema de salud, lo que llevó a poner énfasis en el castigo más que en la prevención y el tratamiento.

Hoy en día, gracias a la ciencia, nuestros puntos de vista y nuestras respuestas a la adicción y al amplio espectro de trastornos por consumo de sustancias han cambiado drásticamente. Los innovadores descubrimientos sobre el cerebro han revolucionado nuestra comprensión del consumo compulsivo de drogas, permitiéndonos responder eficazmente al problema.

Como resultado de la investigación científica, sabemos que la adicción es un trastorno médico que afecta al cerebro y modifica el comportamiento. Hemos identificado muchos de los factores de riesgo biológicos y ambientales y estamos empezando a buscar las variaciones genéticas que contribuyen al desarrollo y la progresión del trastorno. Los científicos utilizan estos conocimientos para desarrollar enfoques de prevención y tratamiento eficaces que reduzcan el número de víctimas del consumo de drogas en las personas, las familias y las comunidades.

Cómo funciona la negación: Dentro de la mente de un adicto

El cerebro humano es el órgano más complejo del cuerpo. Esta masa de un kilo de materia gris y blanca se encuentra en el centro de toda la actividad humana: se necesita para conducir un coche, para disfrutar de una comida, para respirar, para crear una obra de arte y para disfrutar de las actividades cotidianas. El cerebro regula las funciones básicas de su cuerpo, le permite interpretar y responder a todo lo que experimenta y da forma a su comportamiento. En resumen, el cerebro es usted: todo lo que piensa y siente, y lo que es.

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El cerebro suele compararse con un ordenador increíblemente complejo e intrincado. En lugar de los circuitos eléctricos de los chips de silicio que controlan nuestros aparatos electrónicos, el cerebro está formado por miles de millones de células, llamadas neuronas, que se organizan en circuitos y redes. Cada neurona actúa como un interruptor que controla el flujo de información. Si una neurona recibe suficientes señales de otras neuronas a las que está conectada, se dispara, enviando su propia señal a otras neuronas del circuito.

El cerebro está formado por muchas partes con circuitos interconectados que trabajan en equipo. Diferentes circuitos cerebrales se encargan de coordinar y realizar funciones específicas. Las redes de neuronas se envían señales entre sí y entre diferentes partes del cerebro, la médula espinal y los nervios del resto del cuerpo (el sistema nervioso periférico).

¿Qué ocurre realmente en la mente de un adicto?

La palabra “adicción” se define en el diccionario (sí, el bueno de Webster) como “el estado de estar esclavizado a un hábito o práctica, o a algo que es psicológica o físicamente formador de hábito hasta tal punto que su cese causa un trauma severo”.

Si preguntas a los “expertos” qué significa adicción, probablemente obtendrás una respuesta completamente diferente a la que te dará un adicto real. Aunque desde el punto de vista de un adicto real, la definición de Webster es bastante acertada. Aunque todo el mundo es diferente, por supuesto, el hilo conductor de la mayoría de los adictos es que es un completo lastre intentar dejarlo por nuestra cuenta. Sí, se siente como una esclavitud. La adicción cambia literalmente el cerebro destruyendo la forma en que registra el placer y, en el proceso, se corrompen otros impulsos como el aprendizaje y la motivación. Y una de las cosas más frustrantes de la adicción es que nosotros no la elegimos. Ella nos elige a nosotros. ¡Oh, la perdición!

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Cuando nos involucramos en el uso de drogas, el consumo de alcohol o cualquier otra actividad que sea adictiva para nosotros, lo que estamos haciendo básicamente es inundar el cerebro con una cantidad excesiva de dopamina. Ya hemos hablado de la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que juega un papel importante en el comportamiento motivado por la recompensa. En términos sencillos, la dopamina es una “sustancia química feliz” en el cerebro. Las actividades placenteras como comer, ser creativo, escuchar música, entre otras cosas, activan el centro de recompensa del cerebro, liberando esta sustancia química feliz de forma natural. Pero ¿qué ocurre cuando empezamos a inundar el centro de recompensa con cosas como las drogas y el alcohol, o con otros comportamientos adictivos que realizamos más allá de lo saludable?

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Las adicciones a veces pueden hacer que las personas muestren comportamientos problemáticos y extremos. Estos comportamientos pueden crear problemas en la vida del individuo y pueden ser difíciles de entender para la familia y los amigos.

Según la Sociedad Americana de Medicina de la Adicción, uno de los rasgos que definen la adicción es que lleva a las personas a adoptar comportamientos compulsivos que persisten incluso cuando provocan consecuencias negativas y perjudiciales. Aunque la adicción no es una excusa para estos comportamientos, sí ayuda a explicar por qué se producen.

Una persona que tiene una adicción puede mentir por una gran variedad de razones. Puede mentir para evitar confrontaciones sobre su consumo de drogas o alcohol. También puede engañar a sus amigos y familiares porque no quiere cambiar su comportamiento. También puede ser una forma de evitar ser el receptor de la negatividad o la desaprobación.

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